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Sairy Romero: Dios es la sábana que le ponemos encima al misterio, como un fantasmita.

por Amanda González Alarcón

Sairy Romero es la creadora de Fantasmas de la autoayuda: notas de voz del más allá. Es venezolana y reside en la Ciudad de México.
: @fantasmasde@sairomero_

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Gracias por estar aquí y volver a aceptar mi invitación, un año después. Te invité a este proyecto entonces y lo dejé colgado, y volví con la cola entre las patas a pedirte esta conversación.


Entiendo demasiado ese proceso. Con Fantasmas, el podcast, también me tardé un año en sacarlo, y ni siquiera fue por problemas logísticos: era pura cobardía. Hacía intentos de primeros episodios y no salía, entonces estoy muy familiarizada con esos pequeños intentos fallidos.


Vi que Fantasmas empezó en instagram como ilustraciones. ¿Siempre pensaste en hacer un podcast?


No, primero fue, justo, ilustraciones. Al principio eran cómics más clásicos, con viñetas, los fantasmitas tenían diálogos e interactuaban entre sí. Poco a poco fue evolucionando, me pasé al lado más minimalista con textos más directos, y en cierto punto me di cuenta de que me gustaba darle voz a este personaje. En general he sido muy fan del formato de podcast, así que pensé que sería cool llevarlo a eso. Fueron meses y meses tratando de conceptualizar la idea: primero era muy rígida, tenía una lista de temas y una estructura de episodios, y un plan mega elaborado para sacar el podcast – pero siento que no funciono con planes elaborados. Al final un día saqué el micrófono y empecé a grabar; improvisé el episodio y lo saqué. Fueron meses de una estructura que no me sirvió; al final era lanzarme, eso de “hazlo y ya sabrás cómo hacerlo al improvisarlo”.


Es muy fuerte cómo el pensar tanto y creer que las cosas se tienen que hacer de una cierta manera te puede limitar tanto y generar tanto miedo.


Sí, desde afuera pareciera siempre que “esta gente sí sabe lo que hace”. Proyectos como los de NPR, o cosas mucho más elaboradas que pertenecen a una industria y tienen todo un equipo, lo ves y piensas que cómo lo haría yo solita, cuando hay gente profesional que se dedica a hacer podcasts. Todo eso intimida muchísimo hasta que dices bueno, el mío va a ser el mío, no tengo que sonar como NPR. Pierdes el miedo y lo haces.




¿Cómo conceptualizaste la idea de Fantasmas de la autoayuda?


Eso fue en un trayecto de metrobús de mi departamento al trabajo que tenía en ese momento. Estaba apenas empezando mi carrera, la estaba pasando mal en la Ciudad de México: me mudé por un trabajo y falló, así que empecé a trabajar en un call center, que fue un trabajo de últimos recursos. Hacía los cómics en el break. Era un trabajo muy demandante de 12 horas al día, entonces hacía cositas en el trayecto de 45 minutos de metrobús. Me ponía a dibujar. Siempre me ha llamado la atención el concepto de la muerte, y me gusta preguntarle a la gente ¿qué crees que va a pasar después de morir?, así que hice este fantasmita y agregué el diálogo en el momento. La primera viñeta era algo sobre "Nadie la va a cagar como yo, tengo que descubrir cómo yo personalmente la voy a cagar.” Quería que fuera gracioso pero a la vez motivacional, que es un concepto con el  que siempre he tenido conflicto, la autoayuda. Es el tema que mencionas y la gente dice “guácala”. No tiene prestigio y es para gente ingenua. Siempre me ha llamado la atención, tanto para odiarlo como para mirarlo a escondidas y ver qué me dice este libro sobre mí. Entonces pensé en que me gusta la muerte y tengo un conflicto con la autoayuda, así que vamos a trabajarlo en esta mezcla: un fantasma que es más irónico y cómico porque ya murió, pero quiere crecer personalmente y evolucionar de alguna manera. No sabría decir la fórmula, pero junté cosas que me llaman la atención, y quedó.


Escuchaba el primer episodio de tu podcast, en que hablas de los roles, donde habla el fantasma como este personaje que ya se murió y que tiene todo el tiempo del mundo para estudiar todos los temas del mundo para no cometer los errores que uno comete viviendo y ganando experiencia de eso, si no leyendo las maneras en que otros la cagaron. ¿Cómo es tu relación con lo teórico y la experiencia?


Eso es todo un tema porque tengo 30 años y siento que apenas he empezado a vivir de verdad a los 29. Cosas que empiezan a pasar a los 18, yo las viví a los 29. Esto es un poco de oversharing pero mi primer orgasmo fue a los 28. Empecé a salir más con gente en la clásica cita, y a hacer amigos de manera casual, a los 29. También en mi independencia económica, porque trabajé desde los 25, pero tener más confianza en mis finanzas, igual está pasando ahora a mis 29/30. Siento que apenas estoy viviendo de verdad, y todo lo demás era la teoría. Leía un montón de libros, veía un montón de películas, miles de series, me imaginaba cómo sería mi vida cuando de verdad empezara, y es raro, porque la vida no es así, como preparación > vida de verdad. En ese tiempo estaba más retraída, más ansiosa, más depresiva. Quería filtrar la vida a través de leer muchos temas que menciono ahora en el podcast, que leí a los 22/23. Apenas tengo la valentía de hablarlos en el podcast y expresarme. Sí fue una preparación y ahora puedo contar ciertas cosas que solo conocía por concepto. Cosas místicas como confiar en el universo y esas cositas raras, que apenas las estoy poniendo en práctica. Ha sido un proceso de años de preparación.



Y este salto de poner en práctica, ¿fue algo que detonaste tú o que detonó por sí mismo?


Era como si yo decidiera cuándo voy a dar el salto. Sentía que estaba viviendo siempre en este preliminar: aquí está el abismo y ya voy a saltar, ya voy a saltar. Era una constante de sentir que ya lo iba a hacer sin de hecho hacerlo. En cierto punto, ya no fue una decisión, más bien la vida me dijo: vas, ya empieza. Hubo muchos momentos, pero el que siento más determinante fue una ruptura en la pandemia. La pandemia fue muy difícil para todos, y para mí también en muchos sentidos. Hubo dificultades de rompimientos, cortar lazos con muchas amistades, perder un trabajo más tradicional de 9 a 6. Todas esas rupturas me dieron mucha libertad, y ahí saqué el podcast y empecé a vivir. Más que una decisión, fue el universo empujándome y diciendo ve ya, empieza.


Los primeros posts son a partir de mayo de 2020 y el podcast empezó en noviembre de 2020, justo en los inicios de la pandemia. ¿Lo detonó?


Sí, con todos los elementos que te digo. Fue un momento muy existencial. Todos pasamos una crisis al ver que el mundo es muy extraño y todo se puede salir de control en cualquier momento, y a algunas personas las volvió más asustadizas, como “bueno, me tengo que proteger extra y hacer todo para prevenir un desastre”. A otras, como a mí, creo, pensamos “bueno, se puede acabar en cualquier momento, así que haré lo que quiero hacer”.
        Y tenía más energía. Aunque puedo ser una persona extrovertida, me drena estar con gente todo el día. Con el confinamiento, ya tuve tiempo de estar conmigo y solo mi energía, escuchar mi voz y no estar pendiente de ¿qué piensan otros de mí, cómo reaccionan a mis pensamientos raros? Darme todo ese espacio por la obligación de confinamiento me hizo familiarizarme con mi propia voz y decir bueno, sí me gusta lo que pienso, cómo lo pienso y lo digo. Después de meses de confinamiento, te vuelves un poco loco, pero eso me ayudó a empezar.


¿Cómo lo ves ahora que han pasado dos años desde que empezaste este proyecto? ¿Cómo se siente mirar hacia atrás y ver todo lo que ha salido?


Es una maravilla y me siento muy agradecida conmigo misma por haberme atrevido. Al final lo que me detenía era la vergüenza, de pensar que me faltan estudios, no saber de qué estoy hablando, “no tengo autoridad y se van a burlar”, que soy ingenua o rara, o no lo van a entender. Esos pensamientos todavía estaban, pero dije, bueno, qué importa. Lo saco para mí, me divierto, y si no lo escucha absolutamente nadie, pues mejor, porque quizá es una desfachatez y no pasa nada. Entonces lo saqué y pasó lo contrario: mucha gente me escribió para decirme que es muy lindo, que les cambió alguna perspectiva, que les gusta. Entonces todo fue imaginario: el miedo de pensar que se van a burlar o qué van a pensar de esto, porque el resultado fue opuesto. Creía que era muy rara, única, diferente y aislada, y saqué esto que era muy íntimo, y bastantes personas se ven reflejadas en eso, y ahora me siento muchísimo más conectada con el resto del mundo. Si antes era una isla, medio deprimida, paranoica y ansiosa, ahora siento que sí puedo existir y decir lo que pienso, y que de hecho tengo que hacerlo para generar conexiones. Creía que la gente iba a llegar a mí sola y que iban a conectar conmigo sin que yo pusiera nada ahí afuera, pero no, tienes que ponerlo, y a través de eso se han generado interacciones muy bonitas. En perspectiva, pienso, gracias a Sairy de la pandemia por atreverse y por descubrir que el resultado es muy lindo.


Además, en el momento en que lo sacaste, fue un gran bálsamo para mucha gente –yo incluida– en una instancia muy difícil. Más allá de si eres una persona que intenta ser autoconsciente o generar un desarrollo personal, la pandemia nos agarró en bajada a todos, no importa en qué lugar estabas. La valentía de compartir este nivel de franqueza fue algo necesario para un momento así y todo lo que ha seguido. ¿Cuál es la respuesta que has tenido en este contexto ya post-pandémico? ¿La gente sigue en este viaje?


Sigue siendo muy linda y de mensajes muy positivos, de que se sienten menos solos o que escuchan cosas que creían que solo ellos pensaban y lo ven reflejado ahí. En otros, que quizá no lo hubieran escuchado en otro momento, estando solos, lo empezaron a escuchar. De todas maneras, tenemos una soledad inherente como humanos, aunque estemos saliendo más. Sigue habiendo mucho protocolo social, en que salimos, tomamos unos tragos y bailamos, pero no te voy a contar las profundidades de mi ser, mis ansiedades y cosas raras. La intimidad siempre hace falta.  No todo el mundo se abre tanto a escuchar la intimidad de otro, que puede ser too much, abrumadora o una puerta para contar lo que tú tienes. Siempre nos estamos filtrando por protocolo social, temas muy intensos que no se hablan en la fiesta o en el bar. Pandemia o no pandemia, hay necesidad de intimidad o conexión. Ese es mi feedback favorito de lo que recibo: siento que estoy hablando con una amiga que conozco desde hace años. Eso es lo que más me interesa. No quiero dar una lección, sino decir, mira, te voy a mostrar mi desastre, te comparto lo que he leído y cómo todo eso se mezcla, sus procesos y los efectos que he visto en mi vida. Sé que estás en el mismo proceso, pero cagarla, descubrir algo nuevo, ir evolucionando con nuevos conceptos es más un camino compartido que una clase o una lección.





Los temas que hablas en el podcast son muy trascendentales y conceptuales, ¿cuál es tu trasfondo religioso y espiritual? ¿Cómo creciste, qué te enseñaron a creer?


Es bastante loco porque nací en una familia católica, no súper religiosa, no íbamos a la iglesia cada domingo, pero sí era parte de nuestra vida. Tengo recuerdos de que no me gustaba ir a la iglesia, y mi mamá usaba el término “atea” como peyorativo, y decía “¡Esta niña es atea!” Simplemente no conectaba con la religión y el concepto de Dios en ese entonces. Sí tuve momentos en la infancia en que recuerdo haber rezado. Cuando empecé a ser adolescente, tengo recuerdos de orar, tener una conversación con Dios o con algo espiritual. Fui creciendo y tuve mi etapa rebelde de leer a científicos como Richard Dawkins y Sam Harris, científicos que específicamente van en contra de la religión. Tuve una etapa de leerlos y sentirme súper rebelde y totalmente atea, pero sentía que me faltaba algo. Tuve ciertas experiencias en la universidad que me hicieron ver lo flexible y rara que es la realidad, en que no todo es tan ordenado y científico como yo creía. Había cosas místicas y extrañas que no puedo explicar. A pesar de que todavía me encanta la ciencia y Oliver Sacks es uno de mis autores favoritos, me faltaba algo. Entonces me permití, un poquito a escondidas, leer más sobre espiritualidad. Empecé a leer a Alan Watts, Ram Dass y a muchos autores así, que estaban hablando sobre la posibilidad de una dimensión más espiritual, y eso me ayudó muchísimo con mis ansiedades. Sentía que me estaba volviendo un poco loca en la universidad, entonces recurrí a la ciencia para tener algo que me aterrizara, algo científico y objetivo que explicara la realidad. Me faltaba la espiritualidad y estos conceptos de los que hablo en el podcast: todos somos uno, estás manifestando tu realidad, estás conectado con todo lo que te rodea. Eso me bajó muchísimo la ansiedad porque estaba teniendo pánicos y no me sentía conectada con mis amigos, familia, nadie. El sufrimiento humano viene de ese aislamiento, de sentirte sola y perdida, y de repente aparece este concepto de que tú eres todo el mundo, tus miedos son sus miedos, tus ansiedades son sus ansiedades. Tenía episodios de pánico de varias noches seguidas, y me ponía a escuchar a Alan Watts y me calmaba, lloraba y hacía catarsis al decir sí, estoy conectada con este mundo raro. Todavía mis creencias siguen en movimiento, pero ahí sucedió la conexión de que el mundo es fascinante y por eso tiene que haber ciencia, y al mismo tiempo tener una relación con el misterio. Hay una cita que no sé de quién es, pero se relaciona con los fantasmas, que dice algo como, “Dios es la sábana que le ponemos encima al misterio”. En imagen, es como si Dios fuera un fantasmita. Tener esa relación con el misterio, llamándolo como quieras –Dios, universo, espíritu–, es lo que me dio y continúa dando mucha paz.

Sí, necesitamos de esa sábana para poder cubrir el agujero negro de la existencia (risas). ¿Cómo llegaste a estos autores?


Creo que con internet, definitivamente. No sé exactamente cómo. Hay tantos estímulos y recomendaciones en internet, y creo que en ese caos encontré a Alan Watts y Ram Dass.


¿Dirías que siempre has tenido esta búsqueda existencial?


De chica veía muchas películas de Disney, y de mis favoritas era Alicia en el país de las maravillas, con todo lo raro y lo psicodélico del mundo. Desde buscar sobre su autor, Lewis Carroll, fueron conectando ciertos puntos, y viendo Wikipedia vi que Aldous Huxley se inspiraba mucho en él, y llegué a Las puertas de la percepción, y descubrí que la vida es mucho más de lo que se cree y están estas sustancias que te abren la ventana a otras dimensiones y profundidades. Siempre he sido curiosa, con la sensación de que no sé nada sobre nada y la necesidad de que alguien me explique: ¡no sé lo que es el mundo, necesito que alguien me explique, por favor! Lo obtuve a través de autores.


¿Qué estudiaste?


Ciencias de la comunicación. Quería estudiar Cine, pero mis papás me dijeron que eso no era una carrera de verdad, y que estudiara algo real primero y luego estudiaba Cine si quería. En la carrera empecé a escribir cuentos, y empecé a enviarlos a concursos y algunos quedaron de finalistas y eso me dio cierta confianza para seguir. Eventualmente por dinero empecé a trabajar en marketing y cosas de ese tipo, y dejé lo del cine de lado. Lo mío es escribir, tal vez me abruma la idea de una película y presupuestos. Sí me gustaría perseguir eso, pero por ahora seguimos con los formatos más digeribles.


Sobre la autoayuda y la carga de New Age que tiene, creo que al final nos atraen a todos y que, entre vas creciendo, más sexy se hace, porque menos sabemos qué hacer y más queremos estar instalados en esa parte de la librería. ¿Cómo fue usar ese término, te sientes ambivalente o segura de eso?


Segura, nunca, pero me siento con más confianza. Un principio para mí es no tomarme en serio ni a mí ni a la vida. Estando en la universidad era mucho más cínica, más “leo sobre ciencia y prestigio real, y esas cosas de autoayuda no tienen prestigio”, pero era inseguridad. Me quería alejar de la autoayuda y acercarme a los autores respetados, “complejos”. En cierto punto dejé de tomarme tan en serio. Me tomo más en serio de otra forma porque ahora tengo la confianza para que me guste cómo veo el mundo, frente a que antes, por tanta inseguridad, lo veía todo más rígido. Aflojé esa rigidez intelectual para alimentarme de diversas cosas y mantener ese tono de saber que mañana puedo cambiar de opinión drásticamente sobre algo y no pasa nada, no es el fin del mundo. Lo que me aleja un poco de mucha autoayuda es cuando se toma muy en serio: cierto número de reglas de la vida, o cuando van a explicar las cosas como una verdad, o la “regla de oro” para la vida. No me gusta ese tono solemne o rígido. Agarro el tema de la autoayuda porque todos nos estamos ayudando a nosotros mismos constantemente, pero en esa forma ligera, flexible, sin presumir saber el significado de la vida. Autoayuda con un poquito de comedia.


Un poco de ligereza, ¿no?


Sí, hace mucha falta.


¿Los temas que eliges son los que estás atravesando?


Sí, totalmente. Hay veces que aparece algo que ha sido recurrente en mi vida, algo que siempre ha estado ahí. Pero la gran mayoría de las veces es algo que estoy sintiendo casi ese día. Pasa algo que me detona, y en ese sentido quizá debo trabajar mi disciplina para ser consistente. Hasta ahora saco el episodio cuando sale, a veces una vez al mes, a veces dos. Sí me detona mucho lo que me esté pasando en ese momento de mi vida y obviamente hago referencias de muchos otros espacios, pero es básicamente lo que hoy me está generando curiosidad y que no puedo resolver. Sentarme frente al micrófono es un pequeño ritual, donde digo, a ver qué sale de aquí. No lo tengo resuelto cuando empiezo a grabar, ni tampoco cuando termino, pero al menos pasé por un proceso de indagar más.

Creo que la gente que va a terapia tiene cosas así aunque es guiado por un profesional; le recomendaría a la gente tener su propio podcast donde hablan una hora solos, porque es muy lindo ver lo que vas descubriendo. Todos nos quedamos en la superficie de “esto es lo que te cuento a ti, mamá, amigo, quién sea”. Recomiendo hablar solos y ver lo que sale.


Terapia gratuita.


Terapia gratuita, exactamente.


¿Improvisas?


Si planeo todo de antemano, siento que trabajo. Me gustan las sorpresas. También practico comedia de improvisación, lo empecé por Zoom en pandemia. Creo que para que algo me emocione, tiene que haber sorpresas, y la improvisación está llena de sorpresas.


¿Ha sido algo que también has tenido que aprender a hacer?


Uy sí. Este último año ha sido hermoso para mí. La razón por la que era muy callada no era porque no tenía cosas que decir, sino que estaba pensando todo el tiempo en cómo era percibida, si estaba mal o podía ser malinterpretada. En ese sobrepensar, no iba a hablar nunca. La improvisación te enseña a no pensar, solo sacarlo, confiar en que los otros humanos no te están juzgando constantemente, y si sí te están juzgando, no pasa nada. Es tener una llave que la mayoría tenemos cerrada, y en cierto punto dices, fuck it, y la abres. Al fin puedes hablar y apagar la mente. Dejar salir las cosas.  Por eso nos sentimos solos, porque creemos que todo lo que pensamos está encerrado y que nadie es como nosotros, pero en realidad todos somos así.


Me recuerda a una cita de Pedro Lemebel que me ha dado una liberación de vida. Me identifico mucho con lo que dices, con el miedo a hablar, la sensación de que hay que hacer las cosas de una manera y estudiar la vida previamente, y esta cita dice “pero uno no se va a arrepentir de lo que se enamoró, ¿o no? No porque haya fracasado ni porque se haya transformado. La culpa es cristiana y mi amor es pagano”.


Uf, me encanta.


Es asumir quienes has sido y las otras versiones de ti, y las versiones y aseveraciones sobre la vida, y llegar a este punto de “mira, te cuento esto ahora, y después no sé”. No sé cómo se vive, te cuento lo que voy descubriendo.


Justa esa es la base, y cuando eres alguien muy filosófica y te gusta leer y estudiar, te vas por muchas cosas rebuscadas y complejísimas, y lo que me he dado cuenta es que entre más lejos te vas, más aprendes que los clichés tienen mucha razón. Cosas como “todo lo que importa es el amor”. Y piensas, aaaah, hice todo ese viaje para llegar a la base: si amas a los demás, te das cuenta de que ellos son tú, y ahí no hay miedo de expresar, porque estás teniendo una conversación contigo mismo. Por eso me reapropio la autoayuda, porque se dice “eso es muy básico”, pero la vida es muy sencilla. La vida es el amor, amar a la gente, no hacer daño, divertirte. La frase muy cliché de “Live, love, laugh”. Literal, eso es todo. Live, love, laugh.



Al hablar desde el personaje del fantasma, como a veces comentas en el podcast “le voy a pedir a mi aparato de carne y hueso…”


La chica de la que tomo posesión (ríe)


¿Sientes que te da permiso el tener este alter ego? ¿Te permite más hablar sobre ciertas cosas?


Uf, totalmente. Es entre un permiso y una defensa también. Las dudas que tenía y la razón por la que no saqué el podcast por meses era pensar quién soy yo para pensar estas cosas si no tengo ninguna autoridad. ¿Cómo me defiendo de posibles críticos o haters?

Si lo hablo desde un fantasma y alguien llega a decirme que no es correcto, mi respuesta es ¿por qué estás peleando con un fantasma? Reflexiona. Entonces es mi defensa, no vengo a decirte cuál es la verdad de la vida. Soy un humilde fantasma y estoy hablando las cosas desde mi punto de vista. Es un alter ego que me da permiso de hablar sobre lo que quiero hablar sin pretensiones. Me da la distancia de ver mi vida desde afuera sin defenderme, sin tener que justificarme y poder burlarme de mí.


¿Te ha aparecido algún hater?


No, para nada. Todo era un miedo imaginario. Era pura ansiedad y paranoia. Y no dudo que en algún punto llegue un hater, pero ya estoy tan feliz con que hay gente que conecta de una manera muy linda con el material, que me resbalaría por completo.


De todas maneras eres un fantasma y para qué critican a un muerto.


Exacto, exacto.





¿Qué recomendaría un fantasma para la incertidumbre?


Casarte con ella, ser amigo de ella. Saber que la vida es eso. El misterio es lindo, no hay que escapar de él ni querer controlarlo, sin las 10 reglas para la vida. Tranquilo, ¡el misterio es lindo! Hay demasiadas cosas que no sé cómo funcionan: ¿tú crees que yo sé cómo funciona el wifi? No tengo ni idea. No tengo ni idea de nada. Simplemente hacerte amigo del misterio y llevarte bien con él.


Ponerte la sábana y asumir ese lugar como fantasma.


Sí, liberar tensiones del cuerpo. Estamos todo el día tensos. Tranquilo. Todo va a estar bien.


Escucha Fantasmas de la autoayuda en tu plataforma favorita de podcasts. Síguelo aquí, y a Sairy aquí.

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Sobre Amanda:
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96’. Chilenga en un triángulo amoroso entre Santiago (CL), Ciudad de México y Barcelona. 



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