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de Amanda
para Cristina
para Cristina
22 ago 2022, 7:28
Querida Cris, Se acerca el fin de agosto. Desde que vivo aquí, este mes ha tomado un nuevo significado: en Chile, era frío profundo; en México, el inicio de clases, el segundo comienzo del año; aquí, es la nada, en el sentido de que solo hace calor (mucho calor) y está todo vacío, solo persianas bajadas y anuncios de vacaciones. Hay una película que lo refleja bien, creo, “La Virgen de agosto”, aunque pasa en Madrid, donde está más inhóspito. En Barcelona hay gente, aunque más que nada turistas, y gente guacha como mis amigos y yo, aquellos que no volvimos a nuestras tierras ni podemos viajar mucho. Eso pasa en una ciudad puerto como esta. Nos quedamos o nos repartimos.
Hace un año, te propuse si querías hacer este proyecto. Nos conocemos desde hace una década ya, y nos sabemos encontrar los goces y las mañas. Nos hemos visto crecer. Compartimos otro proyecto, Las Paltas, cuando queríamos escribir y ver a otres escribir, y armar espacio para eso. Duró cinco años. Cerramos aquel capítulo. Esta vez armamos La Correspondencia, esta siendo la primera carta.
Hay una entrevista a Neil Gaiman donde le preguntan sobre cómo fue formando su carrera, y él responde que nunca la pensó como tal, que no tenía una estrategia ni un camino claro, si no que tenía una lista. Allí, anotó todos los libros que quería hacer, y de ahí fue marcando la ruta, chequeando los que sacaba y avanzando al siguiente, añadiendo ideas, desechando otras, y la carrera se fue armando así. Hubo un libro que sabía que haría cuando fuese lo suficientemente bueno, y cuando dejó de sentir que hacía estos grandes saltos de desarrollo y mejora entre cada proyecto, decidió que había llegado el momento. Tomó 20 años llegar allí.
Así me siento con La Correspondencia: es un punto pendiente en la lista al que ya llegó su momento. Este proyecto tuvo una ligera forma en Las Paltas, y no llegó a cuajar. Luego tuve un paso por Hemisferio Podcast, y rompí con eso. Hace un año pretendí ya armarlo, y te dejé con el teléfono pendiente, sin llamar ni colgar. Ahora llegamos aquí, más cerca, con el lápiz sobre la cajita para chequear la lista.
Hay un concepto en el que pienso mucho últimamente. Se trata de mirar lo terrible y cultivar lo posible. Hace unos días fuimos con unas amigas a unas cascaditas en el bosque donde bañarnos, y las encontramos sin agua. Nos acomodamos entre las rocas donde pasaría el río para hacer un picnic. Lamentamos la sequedad, agradecimos los árboles. Es verdad que crece la sequía, que los bosques se queman, que este mundo arde y duele y se hunde, y es lo que tenemos de aquí en adelante, así que elijo este lugar para enunciar este proyecto, enunciarme desde la tragedia de este mundo, y desde la posibilidad de encontrar este lecho para imaginar. Optimismo trágico, le llaman. Creo que es también lo que me trae a insistir con este proyecto, con todas sus veces fallidas del pasado. Ha fallado, he fallado, y aquí volvemos a lanzar una posibilidad al firmamento, a ver si esta vez aterriza. Espero que esta carta no sea la última. Espero que este sea un inicio con más vida. Prometo, más bien.
Con ganas de oírnos (a ti, a nosotras y a otres),
Amanda.